martes, 12 de junio de 2018

LA DESMITIFICACIÓN DE LA CULTURA



Musa de la tragedia. Melpémone. Museo del Louvre.
Los tiempos avanzan, como transcurren los milenios a través de las historias de infinidad de almas. Algunas portadoras de la mitificación y la eternidad frente a otras, la mayoría, que transcurren silenciosas siendo el motor que acciona las leyendas.

Esta página nace con el propósito de contar mi realidad, la forma de desmembrar las opiniones que me merece la pena contar: Mi visión del mundo.
Una forma de hacer eterno un pensamiento escondido en estos códigos que llamamos escritura y que muchos antes que yo, y con toda seguridad después utilizaran para conocer la diversidad enfrentada a la rectitud de la historia contada por la institución. Para evidenciar que las opiniones fueron, son y serán diversas.

Me considero un peón que visiona el mundo desde la pequeñez que le ha tocado vivir. Disfruto cada instante que me otorgan mis minúsculas victorias y me entristecen los fracasos que día sí y día no, enfrento con la solidez de un saco de boxeo.
Me enorgullezco, ¿por qué no decirlo?, de la escarpada escalera que me ha tocado remontar y que con mucho esfuerzo expugno con justicia.
Mis orígenes humildes son mi bandera y mi trabajo lo más parecido a mi patria. Que cada uno tome sus conclusiones, yo hace tiempo tomé las mías.

Pero hablaré del concepto de cultura. Para mí, la divinidad que define a un pueblo.
Expondré las concepciones partidistas que la acorralan tentados por el todopoderoso capital, que vende su creatividad para convertirla en mamacharrería.
La cultura es un ente puro, fácilmente corruptible, delicado e influenciable. El poder la ama por su propagandística y la odia por su descaro; crear una cultura a medida es el eterno interés del mandatario.

Vivimos tiempos difíciles, donde el “amo” moldea las decisiones del “ganado”. El señor sin tacha, envenenador de la palabra y amigo de la mentira conduce su discurso de supervivencia convenciendo a la mayoría que la importancia está en aquello que él considera oportuno; bajo la extorsión y la prevaricación.
En definitiva, intenta anular la fuerza del pueblo para manejar sus cuerpos como títeres de hilo y su red de segregación de la cultura no es actual, comenzó tiempo atrás: En mi época cuando era un tierno infante y en la historia es inmemorial.

Volvamos a la actualidad, seré concreto y  preciso en mi opinión. Porque no existe testimonio más veraz que el contado desde la propia experiencia, sin intermediarios.
¿Todo vale? Pregunta que me hace dirimir mis conceptos, reubicar mis preferencias y poner en conflicto mi visión de la estética.
¡No! No todo vale; conclusión a la que llego después de un análisis exhaustivo de semejantes deyecciones.

Y entonces comprendo. Entiendo y escruto el camino emprendido por el poder.
Tan sencillo como su discurso tósigo.

Derrumbar la cultura desde la propia cultura, encabezada por artistas de palo que versan odas a la memez y a la estética más rancia.
Alejar al pueblo del entedimiento y hacer cada vez más inaccesible lo que pertenece a todos. Crear incultura para tener la excusa del recorte e instaurar una cota alrededor de cuatro imbéciles con más ego que cabeza. Fácilmente sustituibles; productos con obsolencia programada.
Un claro ejemplo de nuestra sociedad consumista.

Crear ese “artista fast” que lo único bueno que expone son sus Gucci, Louis Vuitton o Tag Heuer, les permite inculturizar aún más al pueblo. Empezando por la no-educación en las escuelas hasta considerarlos estúpidos por no entender la cultura de garabato en el lienzo o el actor que dice mamarrachadas.

- ¡Oh! El trazo desgarrado en color ocre sobre ese lienzo blanco demuestra la insatisfacción del autor al exponer con contundencia la desaprobación a un sistema piramidal creado por la maquinaria consumista del poder establecido, del que Trump es el máximo exponente demonizador – Dice el crítico de arte en su columna, de un artista X.
Un cuadro que asciende a la cifra de 50.000 euros y está pintado con el pene. ¿Qué diría Marcel Duchamp a tanta genialidad fálica en ese garabato descendente?
Pero claro, es transgresor, está pintado con el pene. Mucho mejor que hacerlo con un pincel de pelo de marta natural, y más barato. Más beneficio para el autor.

- Vi el horizonte esconder su intenciones,
 igual que escondo los donuts de mi hermano
cuando viene de una tarde de borrachera…
– recita la perfopoeta en su exposición en un bar hípster del centro de Madrid, de nombre impronunciable y de pelos de barba nadando en los gyns tonic demasiado especiados.
¡Que sopor!
Prefiero estar en casa viendo como maúllan mis gatos, es más educativo.

Y para cerrar esta entrada sólo me cabe decir.
- Manolo, cómeme el coño – by Nuria Delgada.

Decidid vosotros. Es algo que nunca os podrán quitar… el pensamiento libre.

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