miércoles, 15 de mayo de 2019

DRAMATIZAD@S - ACTO VIII - TIERRA DE NADIE




TIERRA DE NADIE


INTROITO 
SNVI

 Lilith, por obra del destino vino a convertirse en la primera mujer: esposa de Adán antes que Eva.


SNSVI

 Formados por la tierra primigenia. Dios creó al hombre, a su imagen y semejanza: varón y mujer.


SMNGLOF

Pero aunque esto los convertía en iguales, Adán nunca estuvo satisfecho con la situación y  exigía un estatus de subordinación.


LILITH

¿Por qué he de acostarme debajo? Yo también fui hecha de la misma tierra, y por lo tanto soy tu igual.


SNVI

 Los lamentos de Lilith no fueron escuchados y decidió pronunciar lo impronunciable.


SNVI, SNSVI, SMGLOF

El nombre completo de Dios.


SNSVI

Huyó del Edén convirtiéndose en un demonio nocturno.


SNVI

 A orillas del mar Rojo se entregó a la lujuria.




SMNGLOF

Dando origen a los Lilim.


SNVI

En las extensas praderas donde los gatos salvajes se unieron a las hienas y los sátiros tocan el Aulós; allí es donde reposa Lilith.


SNSVI

Confunde a los ángeles destructores, los espíritus bastardos, los demonios y todos aquellos que golpean de manera súbita para desviar su entendimiento y desolar sus corazones.


SMNGLOF

 Mientras el cielo aún decide su castigo.


SNVI, SNSVI, SMGLOF

 Nosotros somos los encargados de traerla de vuelta.



           











En escena dos sillas a izquierda y derecha.

 La silla de la derecha está cubierta con una tela blanca invadiendo casi todo a su alrededor, se extiende en las alturas hasta crear un vano a varios metros por detrás, otorgando una verticalidad que lo asemeja a las catedrales góticas.

 La silla de la izquierda se cubre con una tela granate intensa, desgastada y raída. A diferencia de la blanca esta no se alza en las alturas y crea un pasillo a ras de suelo que se extiende un par de metros por detrás.

En el centro un montículo de tierra que media entre la silla de la izquierda y la de la derecha.

Por la entrada de la izquierda, la marcada por la tela granate, aparece una mujer de mediana edad, alta, delgada, pelirroja y de piel blanquecina. Lleva un camisón gris que le cubre hasta las rodillas y deja los brazos al descubierto.

Se sitúa encima del montículo de tierra y parece experimentar una sensación de placer.






LILITH



            Recuerdo las praderas verdes donde solías llevarme cuando éramos jóvenes. No he vuelto a ver tierras tan puras como las de aquellos prados. (Juguetea con la tierra llevándola de una mano a otra).

Me repetías que yo sería la única, lo repetiste tantas veces que acabé creyendo que las tormentas que empezaban a estallar eran simples temores infundados por los que no debía preocuparme. (Pausa y sonríe) Fueron años bonitos.

(Se sienta sobre la tierra y comienza a cubrirse con ella) Nunca supiste que es la pureza. Algo tan bello como la tierra nunca debía ser contaminado, existe para dar vida y tú sólo pretendías infectarla con la injuria y el poder.

La tierra ofrece el sustento, la parte vital para comenzar el ciclo. Tenías que cuidarla, amarla y respetarla, ¿y qué hiciste? Someterla con la palabra, aplastarla con la petulancia, fecundarla con la podredumbre… Fuiste un miserable. (Restriega la tierra por sus pechos y por su cara) Yo te quería.

Pero nunca te culpé. Te quise por lo que eras, porque nuestra verdad era distinta: se componía de soledad, resignación, aceptación  y (pausa) ahí estabas, día… noche… esperándome… con la mano extendida, sin esperar nada a cambio (se sienta sobre la silla cubierta de tela blanca). Nunca podría culparte. (Acaricia la tela en un movimiento lento y suave) Pero lo hice.

Se levanta de un salto de la silla y comienza a limpiar todo su cuerpo con las manos.

 ¡Lo hice! Porque aunque pareciera un cuento de hadas tú nunca quisiste comprender, ¡Nunca! Pensabas que todo giraba alrededor tuyo, que eras merecedor de la sumisión y sin embargo, yo… ¿yo? era un desecho impuro, indigno, vacuo. Que equivocado estuviste, que ceguera… ¿qué ceguera te hacía creer que estabas por encima de mí?

(Agarra la silla cubierta con la tela granate y coloca su pierna en el asiento)  Nunca te gusté, porque era demasiado atrevida para ti… te creaba demasiados problemas y sólo querías estar tranquilo en tu trono.

El vano que funciona como puerta de la derecha se ilumina de repente, dándole un aspecto divino, angelical. Lilith se percata y corre hacia el montón de tierra.

¿Por qué me llamas? ¿No tuviste suficiente con desterrarme al olvido? Parece que no recuerdas el dolor y el sufrimiento que me hiciste pasar. Me condenaste a una muerte segura… pero sobreviví. Creías que el abandono me haría volver, pero encontré el amor en brazos de otros hombres. Ellos no me pedían nada a cambio, sólo ser yo… y me querían por ello.

Viví y disfruté con tantos como pude, fecundando este cuerpo renegado del cariño que tú nunca supiste dar y no me arrepiento, lo volvería a hacer miles de veces.

Pero me sigues llamando, como la cría de ballena reclama a la madre en las profundidades del mar, esperando la respuesta en la inmensidad sin saber si ha sido abandonada o es un juego macabro de supervivencia.

Yo te quise (acaricia la tela blanca de la silla recostándose a los pies) Recuerdo tu cuerpo cálido abrazarme, me hacías sentir protegida. Me gustaba como coqueteaban tus dedos con los rizos de mi pelo y creerme mujer; con halagos, besos … todo podía haber sido perfecto.

Cuando Lilith se percata que está siendo invadida por la tela blanca se deshace de ella con rapidez arrastrándose por el suelo hasta salir de su alcance.

¿Perfecto? Nunca lo fue. No hay perfección en la imposición y fuiste el mayor inquisidor que juzgó mis debilidades, sabiendo que nací con ellas… es miserable aprovechar las carencias para imponer una dictadura.

(Abraza la tela granate) Estoy repleta de odio y mi única cura es olvidarte, pero no puedo. Te aseguraste bien de marcarme a fuego e intentar destruirme por dentro para ser la perfecta compañía. ¡Te odio! ¿Qué me hiciste? (Llora)

De nuevo otra luz marca, desde otro ángulo, la entrada blanca que ahora luce más briosa y pura. Lilith la ve, se levanta lentamente y va hacia ella, deteniéndose cuando sus pies se topan con la tierra.

Querías que fuera algo que desconozco. No nací para ser una sombra de mí misma, llegué a este mundo para presenciar el universo con tu misma mirada, a la misma altura y con los mismos deseos. No soy menos, nunca lo fui.

Creíste que tu fuerza te posicionaba en un pódium y que el derecho a la réplica era una cualidad exclusiva de tu narcisismo, pero estas manos tienen cinco dedos como las tuyas, estos pies y mi rostro… no somos diferentes.

La belleza se encuentra en aquellos hechos que concluimos designar como el acto más puro… para algunos puede ser la mayor fealdad que el mundo destina, para otros, la manifestación más corpórea de un milagro.

(Lilith se sitúa detrás de la silla de tela blanca y agarra con firmeza el respaldar) Tú fuiste mi milagro, esculpido con las manos divinas que dieron vida al universo. Nadie cuestionó tu supremacía, por ello creíste que no existía nada que estuviera por encima y te equivocaste… (pausa) Te equivocaste.

Sale de la zona de tela blanca, esta vez más decidida y sin esfuerzo. Anda con lentitud pasando la tierra y topándose con la tela granate. Se reviste con ella ocultando todo su cuerpo menos la cabeza y se sienta en la silla de la izquierda.

El odio me alimenta. De él me valgo para seguir cada día con la esperanza de verte desaparecer, a ti y a los tuyos. Borrar de la faz de la tierra todo recuerdo de tú existencia, dejar los prados libres de tu pestilencia y fecundidad. Desprenderme de este lodo cancerígeno que nos une y … descansar.

Empezar a vivir sin el miedo a ser reclamada como el trofeo más digno de una cacería. Nunca comprenderás como me hiciste sentir.

Una última luz enfoca la puerta divina, esta vez el haz recalca el pasillo, dejando lo demás a oscuras. Lilith sigue envuelta en la tela granate, se desprende de ella y alza la mano intentando alcanzar la entrada iluminada, aunque está anclada en su posición.

Me gustaban aquellas praderas verdes donde me llevabas cuando eramos jóvenes. (Recoge un puñado de tierra y lo deja caer simulando un reloj de arena)  Nunca volveré a ver tierras tan puras como las de aquellos prados.

Lilith comienza un camino hacía la entrada de la izquierda, cuando está justo en el vano se vuelve para observar por última vez la puerta iluminada.

Yo te quise.

Sale por el vano de la izquierda.

Juanjo Reinoso

domingo, 13 de enero de 2019

NC-1099 //PARTE 5// CAPITULO FINAL



                Para Rooks el miedo siempre había sido algo psicológico. Podías vencerlo si pensabas lo suficiente en dominar tus debilidades y al final, después de mucho autoconocimiento, lograbas inhibir los sentimientos que iniciaban cualquier terror.

Eso le habían enseñado en los años de reclutamiento, a ocultar bajo un velo de oscuridad todo aquello que era susceptible de crear temor, horror, locura. Pero no le habían iniciado en la manifestación de aquellos miedos, la corporeidad de los terrores era una lección que había saltado sin la necesidad futura de poderla enfrentar, y allí se encontraba, clara como el agua destilada de los condensadores de atmosfera.

Rooks se encontraba ante el terror más perturbador de su infancia, el señor del sombrero.



-- Te esperé durante tantos años; acurrucado en los temores más oscuros de tu conciencia, acompañado por infinidad de terrores nocturnos que me dejaban en una situación débil. Permanecí en el rincón de tu habitación, en aquella esquina donde nunca llegaba la luz en la tranquilidad de tus sueños, aguardé hasta que los otros temores se hicieran cada vez más pequeños hasta desaparecer y sólo prevalecer yo, como único terror para poder manifestarme como realidad.

El señor del sombrero mostraba unas fauces terribles donde los dientes se alternaban afilados sin ningún tipo de orden. Un rostro plano y oscuro se resaltaba por dos pequeños puntos brillantes que actuaban como ojos, no se distinguía ningún rasgo humano en aquellas facciones terribles.

-- ¿Qué haces aquí? -- el semblante de Rooks era la manifestación de la incertidumbre más macabra que las expresiones humanas pudieran mostrar.

-- ¿Crees que todo esto es casualidad? El tiempo es una delgada línea que corre a través de los deseos moldeables de la luz y la oscuridad. Para mí fue ayer cuando abandoné tu habitación en la Base Colonial pero para ti ha pasado mucho tiempo. No eres nada comparado con los designios que han sido escritos para ti. Yo soy tu penitencia manifestada a través del tiempo, el castigo que te ha sido otorgado por querer tocar el paraíso sin ser merecedor de tal privilegio.

-- ¡Yo no quise hacerlo! Me obligabas metiéndote en mi cabeza.

-- ¿Quizá importa si querías o no hacerlo? Tuviste la capacidad para negarme, tantas veces como asesinatos cometiste. Eras un niño pero eso no te eximía de los terrores que habías creado en los rostros de aquellos que descuartizaste mientras sonreías. Así nací yo.

-- Ya acepté mi culpa, ¿crees que no me he arrepentido durante años de mi locura? Pero me dieron una oportunidad de mejorar y poder ser útil. No dejo de lamentarme por todo lo que hice pero necesitamos perdonarnos a nosotros mismos y seguir adelante.

-- ¿Quizá has pedido perdón a todos aquellos que decidiste borrar de la existencia?

-- Cumplí mi castigo.

-- No Rooks, es ahora cuando lo cumplirás.



                En su mano derecha Rooks agarraba una palanca de emergencia manchada de sangre. El traje de atmosfera había desaparecido y estaba en la zona de carga de la NE-111. A sus pies, el comandante Luccio permanecía inmóvil con una gran brecha en la cabeza que dejaba ver el cerebro, estaba muerto.

Pudo ver a su alrededor que Santos, partido en dos, yacía junto a los cambiadores seguido de un rastro de sangre que procedía de los pasillos de la NC-1099 ahora en tinieblas.

Andrea estaba amarrada junto a la puerta de acceso de la nave y permanecía inconsciente.



UN MINUTO PARA LA FISIÓN DEL NÚCLEO.



La inteligencia artificial de la NE-111 comenzaba la cuenta atrás antes de la destrucción de la nave.

Rooks cerró las puertas de la exclusa y activó el propulsor de emergencia, quedándose en la NC-1099. Un chasquido metálico accionó los motores auxiliares de la exclusa separando a la NE-111 a gran velocidad hasta quedar reducida a un punto en la inmensidad del espacio.

Una gran explosión se manifestó con alta luminosidad proyectándose a través de las escotillas de la NC-1099. Rooks pudo observar como todos aquellos rostros que había masacrado se revelaban ante él como un ejército de tinieblas, con miradas oscuras como agujeros negros y cuerpos blancos.

Ahora comprendía lo que ocurría bajo la carcasa metálica de aquella nave que había viajado por zonas prohibidas hasta volver siendo una manifestación de la oscuridad. Sólo necesitaba alimentarse de aquello que había sido tan antiguo como la misma humanidad: El mal.



-- Rooks, al final te encontramos.

-- ¿Qué queréis?

-- Ahora alimentarás este infierno.



Los gritos de Rooks no podían ser socorridos, estaba solo, entre la oscuridad y el miedo. Sólo podía experimentar el dolor al ser despedazado por un millar de objetos cortantes que atravesaban su piel.

Sufrimiento y dolor.

Sufrimiento y dolor.

Sufrimiento y dolor.

®Juanjo Reinoso